Los compañeros de Sebastián Gaboto... Antonio Ponce


Prof. Ricardo N. González



Al investigar sobre la expedición de Sebastián Gaboto al Río de la Plata (llamado por aquel entonces río de Solís) siempre me asaltaban preguntas, entre ellas. Si Gaboto no vino solo ¿quiénes eran aquellos hombres que lo acompañaron en ésta peligrosa empresa?, ¿cuáles eran sus sueños, cómo era su vida en Europa como para aventurarse a un Mar desconocido? Es conveniente conocer qué hombres fueron esos que Gaboto tuvo bajo su mando para poder apreciar en conjunto y en detalles la conducta asumida por el Capitán General en cada momento. Hasta ésta instancia sus nombres se conocen en ámbitos académicos o entre historiadores regionales pero no son de conocimiento masivo o popular, y permanecían en el anonimato detrás del nombre del Veneciano SEBASTIAN GABOTO. Aquí trataré de dar cuenta de muchos de ellos, con los datos documentados que tengo. Nobleza obliga reconocer la tarea de Amadeo Soler quien en su libro Cuentos de Sancti Spíritus menciona a varios de ellos en una obra fantasiosa cuyo escenario es el fuerte de Gaboto y sus alrededores. La tarea que emprendo sé que no es fácil, hay grandes silencios en los documentos españoles, respuestas ambiguas en interpretaciones de algunos biógrafos pero la certeza de que cada nombre que agregue tendrá su respaldo documental (por breve que sea) oficial y de consulta pública para el que desee profundizar. En primer lugar voy a mencionar a los 12 (doce) compañeros de Gaboto de los cuales he publicado sus firmas originales: Antonio Ponce, Maestre Juan, Gregorio Caro, Juan de Cienfuegos, Alonso de Santa Cruz, Francisco de Rojas, Francisco César, Alonso Bueno, Pedro Morales, Francisco García (sacerdote), Pedro de Mesa y Nicolao de Nápoles.
ANTONIO PONCE:
• Su verdadero apellido era Pons. Vecino de Sevilla pero oriundo de Cataluña (testimonio de Alonso de Santa Cruz “Santa Cruz dice que es catalán. Tomo II, p. 156.), donde había nacido en 1499 aproximadamente (digo esto porque en dos declaraciones manifiesta edades distintas en una dice tener 30 años y en la otra 33 años, ambas declaraciones son del 11 de agosto de 1530). En la expedición de Gaboto: 
“Fue por alguacil de la armada en la Santa María del Espinar y en atención a lo que habéis servido, decía el Rey, le concedió exoneración de gabelas a la casa en que vivía su mujer en Sevilla mientras durase el viaje (Real cédula de 12 de Enero de 1526, documento número LXXXVI del tomo II).

Breve reseña de lo actuado durante el viaje:
“Estuvo en Santa Catalina muy enfermo, echado en cama. Disfrutó de la confianza de Caboto, quien le nombró, de acuerdo, según decía, con los capitanes y oficiales de Su Majestad, tenedor de los bienes de difuntos; y más tarde, por muerte de Ibañez de Urquiza, escribano de la armada.
Tuvo a su cargo una sobrerronda en Sancti Spiritus. Dió su parecer en San Salvador. En San Vicente fue por encargo de Caboto a notificar a Rojas que regresase a bordo, y de allí se llevó a España en la Santa María del Espinar dos indios y una india. Durante la travesía riñó con Juan de Junco. Fue uno de los que afianzó de cárcel segura en Ocaña a Caboto.
Se estableció como mercader en Sevilla”.
• Como vemos Antonio Ponce fue un hombre de suma confianza para Sebastián Gaboto. En el fuerte Sancti Spíritus además de ser ALGUACIL fue nombrado por el Capitán General como “Tenedor de Bienes de difuntos”. El poseedor de éste cargo era el que ante el fallecimiento de un tripulante disponía de sus bienes haciéndolos subastar y guardando lo recaudado para ser entregado a sus herederos al regreso del viaje. Ponce fue nombrado por Gaboto en ése cargo antes de que aquél partiera por primera vez en sus barcos hacia el norte. Uno de los principales remates realizados fue sobre los bienes de OTAVIAN DE BRINE (representante de los acaudalados armadores de la expedición que por diferencias con Gaboto, éste lo mandó a poner preso en Pernambuco y murió en Santa Catalina estando aún preso). Lo curioso de éste remate es que con “los bienes de Brine se quedó en realidad Caboto, haciéndolos rematar por intermedio de Francisco Cesar y otros. Consta que con los guadamecies del equipaje de aquel adorno la habitación que tenía en Santi Spíritus, que era donde se decía la misa.” (Declaraciones de Juan de Aragón y Alvaro Núnez, Nota en Medina José Toribio pág. 163 Tomo I)
Por ésta presunta irregularidad producida en el Puerto de San Lázaro es que en 1531 Antonio Ponce fue citado ante Oficiales Reales para dar cuenta de su accionar. Transcribo su testimonio por el cual fue declarado inocente y no se lo volvió a molestar por éste tema.
“Muy poderosos señores: Antonio Ponce digo: que suplico de un abcto y mandamiento que me fue notificado, por el cual mandan los señores del vuestro Consejo de las Indias que vaya a la cibdad de Sevilla e de cuenta del cargo de tenedor de los bienes de los defuntos que murieron en la armada de que fue capitan general
Sebastian Caboto; y hablando con el acatamiento que debo, digo el dicho mandamiento, en cuanto es 6 ser puede en agravio y perjuicio mio, fue y es de revocar,as por las causas et razones generantes que resultan del dicho mandamiento, como por las siguientes: lo primero, porque se tomó por presupuesto para dar el dicho
mandamiento que yo era tenedor e había rescibido los bienes de los defuntos, lo cual no fue ni pasa asi, porque comoquier que sea verdad que yo fui nombrado por tenedor de bienes de los defuntos, yo no rescibi cosa alguna dello; porque hallara V. A.
que cuando alguno fallescía, por mandado del capitan Sebastián Caboto se vendían en el almoneda los dichos bienes y cada uno compraba lo que bien le estaba et quedaban obligados a lo pagar del primer oro y plata que hubiesen, y como no hubo oro ni plata, a mí no me pagaron cosa alguna, ni tenían de que me pagar; y todo lo susodicho pasaba ante el escribano de la dicha armada, que se llamaba Martin Ibañez, y como después lo mataron los indios en la fortaleza que allí teníamos e quemaron las escrituras e las cuentas mías que yo tenía sobre ello, como todo esto es
muy público e notorio, y después de esto yo no rescebí cosa alguna, no tengo de que dar cuenta; y si después yo por descargo de mi conciencia, yo hice diligencia en este negocio viendo que se habían quemado las dichas escripturas e que no había claridad ninguna e algunas personas vinieron a declarar alguna cosa delante del Capitán General con juramento que hicieron, la cual declaración esta en mi poder, e de aquella yo estoy presto de la presentar ante los Oficiales de la Casa de la Contratación
de la ciudad de Sevilla, como lo mandan los del vuestro Consejo de las Indias; y en lo demás, yo no sería ni soy obligado a cosa alguna. Por tanto. a V. A. pido et suplico mande revocar... (roto) mandando determinar la causa que... (roto)los diputados y armadores de la dicha armada que esta... causa conclusa y la relación sacada y concertada por mi parte y no permita V. A. que yo no esté presente en la determinación deste pleito, pues ha seis meses que ando en ello a mi costa, sin que nadie me haya dado un solo maravedí; y en todo y lo más necesario para ello, vuestro real oficio imploro y pido cumplimiento de justicia de las costas. Otrosí: pido y suplico a V. A. me mande dar un traslado del dicho mandamiento, e asimismo de la escriptura y petición que presente ante los del dicho vuestro Consejo.
Otrosí digo: que de todo lo susodicho estoy presto a dar información bastante de testigos en esta corte; y porque yo no tengo que gastar, por haber gastado en éste pleito todo cuanto tenía, y haberme agora de ir, como esta mandado, sería cortarme
a mí la cabeza y que el pleito no se viese ni determinase, a causa, como digo, de no tener dineros que dejar a procurador ninguno; y mirando e acatando que he servido a Vuestra Alteza cinco años y perdido en este tiempo mucha de mi hacienda
en la dicha Jornada, suplico a Vuestra Alteza mande revocar el dicho mandamiento;que después de visto e determinado el pleito yo estoy presto de hacer et cumplir todo lo en el contenido; y por todo ello imploro el real oficio de V. A.
ANTONIO PONCE. (27 de Enero de 1531). 
(Este manuscrito y lo actuado por el Consejo puede encontrarse en el Archive de Indias, 52-6-1/21)

• En el fuerte Sancti Spíritus cumplió funciones militares de seguridad de la fortaleza, así aparecen testimonios donde lo señalan como uno de los encargados de realizar las SOBRERRONDAS (4 guardias dentro y fuera de la fortaleza) para prevenir un inminente ataque de los indígenas que se encontraban enemistados con los españoles. Así lo relata José Toribio Medina teniendo como fuente los testimonios de los soldados enjuiciados en España: “la llegada de Cesar con las noticias que trajo de las riquezas que decía haber visto la tierra adentro ofuscaron completamente a Caboto, que solo pensó desde ese instante en apresurar sus aprestos para dirigirse por tierra hacia el interior. Contentóse, pues, con recomendar a Caro que no se fiase de los indios, que tuviese la guardia siempre lista, cebadas las lombardas y que los centinelas anduviesen de contínue con sus armas prestas. Y como la experiencia de las ocasiones precedentes habíale manifestado que la gente del fuerte pasaba las más de las noches entregadas al juego, descuidando así las guardias, reprendióselo a Caro, y desde allí adelante se establecieron cuatro sobrerrondas, que se confiaron a Antonio Ponce, a Alonso Bueno, a maestre Juan y a Diego García de Celis, todos los cuales hacían su turno acompañados de otros dos hombres.” (ídem págs.. 201 y 202)

Pero sin dudas la amistad con Gaboto la mantuvo en las buenas y en las malas porque existe documentación probatoria de que fue Antonio Ponce quien aportó dinero para pagar la fianza que le permitió al Veneciano conservar la libertad tras ser encarcelado y procesado a su regreso. Durante su ausencia se habían acumulado numerosas denuncias sobre su comportamiento. Los armadores, Diego García de Moguer, el fiscal Villalobos, el propio Gregorio Caro, y familiares de Martín Méndez fueron los primeros en hacerle juicio y levantar testimonios contra Gaboto. 
“LUEGO de haber anclado en Sevilla la Santa María del Espinar,
el 28 de Julio de 1530, se presentó a bordo el factor de la Casa de la Contratación, Juan de Aranda, acompañado de un escribano real, para tomar a los tripulantes sus declaraciones acerca de las incidencias que les hubieran ocurrido en el viaje; siendo de advertir que esa medida no implicaba prejuicio alguno, pues era lo que entonces se acostumbraba ejecutar en semejantes casos. Después de haber recibido allí su deposición al tesorero Juan
de Junco, a poca de hora se procedió a hacer otro tanto con Casimiro Nuremberg, dentro en la Casa de la Contratación, y en seguida con Alonso de Santa Cruz. Por los antecedentes que suministraron estos testigos, que eran sin duda de los calificados que venían en la nave, al día siguiente se procedió a tomar su confesión a Caboto, sin hacerle cargo alguno, limitándose Aranda a interrogarlo para que explicase los puntos que aparecían un tanto más que oscuros en su conducta como capitán general.”
Tan complicada era la situación de Gaboto que su principal biógrafo lo describe así:
“Puede decirse que a partir de ese momento y cuando apenas había puesto pie en tierra llovieron las acusaciones contra Caboto: Catalina Vázquez, como madre de los Méndez, Gregorio Caro, Diego Garcia de Moguer y Francisco de Rojas, que acababan también de llegar juntos a Sevilla, y, por fin, el Fiscal del Rey, el licenciado Juan de Villalobos, se presentaron ante los tribunates en demanda de justicia contra él.
Como se comprenderá, la acusación puesta a nombre de la Corona revestía desde luego una importancia muy general, podemos así decir, mirando, como debía mirar, de los grandes intereses nacionales que se vincularon a la realización del viaje de la armada cuyo mando en jefe se le confiara (pág. 304 Tomo I)
Está confirmado que provisoriamente Gaboto fue detenido el 30 de julio de 1530 a instancias del Alcalde de Sevilla. Intervino directamente la Reina quien mediante una cédula real recrimina el proceder del alcalde y manda que Gaboto sea enviado frente al Consejo de Indias para exponer su caso y se envíe con él todo el expediente con sus acusaciones. Así Gaboto estuvo preso en Sevilla no más de dos semanas y fue enviado a Madrid detenido pero bajo la protección real. En Madrid estuvo unos meses con la prohibición de salir de la ciudad, allí solicitó a la Reina se le abone sus sueldos atrasados como Piloto Mayor. Pero aquí volvemos a encontrar a su amigo ANTONIO PONCE…El hecho es que al día siguiente, esto es, el 1 2 de Enero de 1 5 3 1 , le afianzaron de cárcel segura Antonio Ponce, su antiguo subordinado, y otras tres personas, hasta en la suma indicada por el Consejo (60000 maravedíes), siendo de notar que en la respectiva escritura figuraron como testigos sus dos fieles amigos y anteriormente protegidos suyos: Francisco Cesar y Alonso de Valdivieso”. 
Si bien Gaboto fue sancionado luego con una condena a un año de destierro en el norte de Africa y compensaciones económicas para el Capitán Rojas y para Catalina Vázquez esposa de Martín Méndez, el marino Veneciano salió victorioso ya que la Reina mandó a que se pagase con las arcas del Estado las costas de los juicios perdidos por aquel y que se le abonaran sus sueldos , además de reintegrarlo a sus funciones como consultor en cosmografía y “cosas de la mar” para el Reino de España. Por su parte ANTONIO PONCE tomó parte en los numerosos reclamos que otros marinos y armadores realizaban contra la Corona logrando que se vendieran los barcos, los cañones y todo el cobre existente para hacer frente a los reclamos urgentes de la tripulación.
“…reclamaron igualmente del monarca para que se les pagase. Se dispuso en vista de eso, que se
vendiese la Santa María del Espinar para con su producido hacer un abono de treinta mil maravedis a algunos de ellos, que encabezaba Antonio Ponce; y en virtud de nuevas gestiones, se repitió la misma orden ampliándola a la venta de las dos naves de Caboto, a las del cobre y municiones y demás enseres, para repartir el producido a prorrata entre todos los que llevaron
sueldo, reteniendo la octava parte de todo el valor e tercio de las dichas naos para los herederos de los difuntos. Y a pesar de que los armadores, instruidos del caso, se opusieron a semejante entrega, alegando que las naves se habían comprado con dineros de ellos y eran suyas por consiguiente, todavía la Reina dispuso que se cumpliese lo que al respecto tenía mandado.
Ya por esos días y en vista de que nada habían conseguido de los armadores, en 10 de Diciembre de 1530, Antonio Ponce, a nombre suyo y de otros tripulantes de la armada de Caboto inició un pleito a la Corona, diciendo que él y sus compañeros habían servido al Rey en esa Jornada con muy grandes trabajos y fatigas y peligros y derramamiento de sangre y perdidas de sus haciendas, y que al presente, agregaba, no tienen un solo maravedi que gastar ni con que mantenerse”.
Los demandantes fueron: Antonio Ponce, alguacil de la armada; Nicolao de Nápoles, maestre; Pedro de Morales, gentil-hombre; Juan Griego, de Coron, carpintero e maestre; Domingo de Miqueli, de Venecia, calafate; Juan Maria de Gorgo, contramaestre; Pedro Hogazon, Tomas Terman, inglés; Pedro Castellano, Cristobal Barbusley, Per Andrea de Venecia, Pedro de Chavarri, Juan Vizcaino, de Cibdad Rodrigo, paje; Martin Corzo de Lantivar, lombardero; Juan de Valdivieso, gentil-hombre; Alonso Bueno, id.; Sebastian Cabezola del Finar, marinero; Juan Miguel, despensero de la capitana; Antonio Pizan de Lípar, Bozo de Ragoces, marinero; Alonso Pérez de Asturias, marinero; Andres de Villoria, criado de Martin Mendez; Alvar Nunez de Balboa, gentil-hombre; Lorenzo de Castro, id.; Gonzalo Nunez, criado del tesorero; Juan Ramfrez, marinero, Esteban Boto, grumete; Francisco de Saboya; Giralte, lombardero; Juan Griego, marinero; Batista Geno vés, carpintero; Pero de Aya, marinero; Pero Diaz, herrero; Anrique de Remua, lombardero; Adrian Remua, grumete; Ortuno de Arana, id.; Juan de Oviedo, tonelero; Ortuno de Aguirre, marinero; Marco de Venecia, guardian, Francisco de Salazar, criado del capitan Rojas; Gabriel Rifos, Catalán, criado de Miguel Rifos; Pedro de Mesa, cirujano; Juan de Santander, contramaestre de la Santa María del Espinar, vecino de Sevilla; Enrique Patimer, inglés, de la misma vecindad; Catalina de Matienzo, viuda de Domingo de Ochandiano, contador, difunto; Antonio de Montoya, vecino de Lepe, que se presentó en Avila el 18 de Agosto de 1531, cuya petición de sueldo como contador contradijo el fiscal Villalobos; Gregorio Caro, que lo hizo por procurador, titulándose capitán de S. M. Hernan Rodriguez, criado del capitán Rojas; el mismo capitán Francisco de Rojas; Diego Nuñez, boticario, vecino de Peñafiel, como los dos anteriores; Luis de León, grumete, vecino de Aviles; Juan de Tordesillas, como padre de Luis Ramírez; Elvira Rodriguez, vecina de Medina del Campo, mujer de Juan Sanz, como madre de Bartolomé Sanz de Medina, que murió en el Río de la Plata; Alonso Bueno, y los herederos de Juan de Landaburu, fallecido asimismo en el Río.
Entre los primeros que ocurrieron, junto con Ponce, en solicitud de sus sueldos, debemos contar
todavia a Nicolas de Napoles y a Francisco Cesar.

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